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Estudiaste pintura en la Academia de Bellas Artes, ¿cómo llegaste al arte del papel y al mundo del diseño, y a Rimadesio en particular?

La pintura fue mi primer acercamiento al arte. Los cuadros grandes y las pinturas sobre elementos arquitectónicos siempre me han fascinado especialmente. Al crecer, me dediqué durante algunos años a la instalación, una expresión que se completa y activa con la presencia de los visitantes. En el taller de un amigo ceramista, conocí entonces a un estilista que me introdujo en el mundo de los fabricantes de muebles. Me di cuenta de que mi obra podía convivir en armonía con otras, con funciones diferentes, de autores de otros ámbitos. Me resulta muy estimulante pensar en los objetos en una colaboración creativa, con el objetivo de crear un espacio único.

En este periodo he empezado a utilizar el papel, trabajando en el campo de las instalaciones. El papel me permite trabajar con la forma de manera ligera, rápida y muy eficaz. Mis experiencias de niña con la técnica del origami, los juegos cartón, las muñecas de papel y su ropa me resultaron muy útiles. Volver a jugar con el papel con las posibilidades añadidas de la experiencia y la madurez es una verdadera alegría para mí. Tengo el placer de trabajar con Rimadesio desde hace un par de años. Estoy muy satisfecha con la relación armoniosa y el intercambio positivo de valores que se ha ido estableciendo entre los muebles de Rimadesio y mis obras.

En la cultura occidental, el papel siempre se ha asociado a una idea de fragilidad y ligereza y su uso se limita más bien a la escritura, la encuadernación, la impresión… mientras que en la cultura japonesa se ve históricamente como un material resistente, apto para diversos usos como en el caso del papel tradicional japonés “washi”. ¿Cómo se le da vida a un objeto escultórico de papel, sólido y cristalizado en el tiempo?

El papel es un material versátil con muchas propiedades. Puede ser ligero o pesado, puede ser blando o rígido, fino o grueso. Dependiendo de la dirección de la fibra, puede oponer resistencia o ondularse dulcemente. Puede ser lisa, rugosa, brillante, mate, arrugada, doblada, cortada y moldeada. Su ciclo de vida no es muy largo comparado con el de otros materiales, pero esto lo hace valioso. En la cultura japonesa hay un valor basado en amar algo precisamente porque sabes que no será eterno.

El papel de la puerta corredera se sustituye cuando llega su momento. Cada vez que se sustituye, la puerta renace y no envejece. Amar y ser sensible al paso del tiempo para darse cuenta del propio cometido en el mundo ayuda a mantenerse activo y fresco. Incluso mis esculturas, cuando llega su momento, tienen que ser retiradas y sustituidas, cambiando según los tiempos. Es una regla de vida.

Al contemplar tus obras expuestas, uno piensa que dan vida a ambientes e instalaciones, casi haciéndonos imaginar nuestra vida allí dentro. ¿Cuál es el concepto? ¿Cómo se traduce en tu trabajo la idea original y cómo decides implementarla en el espacio?

Me alegro de que den esa sensación. Intento crear objetos que desencadenen relaciones de intercambio con el ambiente y quienes lo habitan. Mis formas nunca son ilustrativas y unívocas: por muy ricas en detalles que sean, siempre son idealizaciones geométricas extremadamente sintéticas de objetos que todo el mundo conoce. Formas abstractas que cada visitante filtra e interpreta a través de su propia experiencia vital e imaginación.

Muchos aspectos de la vida cotidiana están vinculados a “rituales” o hábitos. La imaginación y la memoria completan la experiencia que tenemos en los entornos, en contacto con los materiales y su interacción con la luz. ¿Crees que los objetos cotidianos, como la ropa y los accesorios, desempeñan un papel fundamental en la interpretación de un lugar? ¿Qué impacto te gustaría dar al visitante?

Siento en los muebles de Rimadesio el deseo de complementar la vida de los que viven en una casa, en el día a día, con placeres y hábitos. Los objetos cotidianos viven en simbiosis con un lugar habitado y lo caracterizan como un lugar vivo, pero el showroom no es una casa. Este es otro aspecto del trabajo en los showrooms de Rimadesio que me entusiasma: estamos dentro de un ambiente ya agradable y armonioso que no necesita ninguna decoración. Mi labor no está ahí para ser contemplada, sino para ser utilizada. Debe estar presente en silencio y permitir al visitante imaginar la experiencia funcional del mueble.
Es la primera relación entre el visitante y los muebles de Rimadesio y me gustaría que marcara el nacimiento de su historia juntos.

La superficie es la textura de un material, es un límite entre un cuerpo y la atmósfera que lo rodea, representa un espacio externo o interno. ¿Qué es para ti una superficie y qué te hace elegir las de papel, cerámica y de los materiales moldeables con los que trabajas?

Para crear una síntesis ideal del objeto, necesito una superficie y poco más. La superficie, al doblarse o curvarse, crea un volumen en el que cada uno reconoce su propio zapato o camisa. Entre los materiales que utilizo, el papel en particular me da la posibilidad de crear formas geométricamente muy complejas que luego parecen esenciales y ligeras gracias a la simplicidad de la textura.

Mi intervención no debe ser demasiado compleja ni invasiva, su presencia debe ayudar a la lectura sin impedir que el ojo siga moviéndose por el espacio para disfrutar de su armonía.

Me ha parecido muy interesante el contraste en los showrooms, entre la investigación tecnológica del mobiliario de las colecciones Rimadesio y el uso de materiales más propios del mundo del arte que encontramos en tus esculturas. Dos ejemplos de nobleza conviviendo en un mismo espacio.
¿Qué valores tienen en común?

Lo que me gusta del estilo de Rimadesio es la extrema sencillez del diseño y la estabilidad que transmite la atención a los detalles más pequeños, incluso los ocultos, el respeto y la ética. Todos los contrastes, en cambio, espero que enriquezcan el encuentro de las formas con notas complementarias.

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